Cuando se enuncia el hecho de abordar la narrativa hecha desde la provincia de Las Tunas, desde la mente de los más avezados escritores y hasta los más noveles y amantes de las letras aquí, dibujan un solo rostro y es precisamente el del ya fallecido novelista Guillermo Vidal, personalidad a quien se le dedicó recientemente el Festival El Quinto Sol.
La jornada trajo de
vuelta la presencia espiritual del Guille como lo llamaron muchos de sus
amistades, ese hombre mítico que atravesaba toda una ciudad para escribir y
sentir sus realidades.
Diversos editores y
correctores que trabajaron con él sus obras publicadas por la editorial
Sanlope: Carlos Tamayo, Neysi Ávila, Antonio Gutiérrez y Lucy Maestre
enunciaron diferentes parajes relacionados con el autor de Las manzanas del
paraíso, quien no solo veía el acto de la escritura como el proceso final del
autor, sino que él había siempre un hálito renovador de la perfección de la
obra tras el proceso de edición, corrección e ilustración.
Singularidad del
encuentro resultó la presencia de su viuda Solangel Uña, quien regaló algunos
de los momentos interiores de este hombre, “Guillermo se levantaba muy temprano
alrededor de las cuatro o cinco de la mañana, lo primero que hacía era orar,
leía algún libro que estuviese leyendo en esa época para coger el tono, y
comenzaba a escribir. Así pasaba varias horas en ese proceso que parecía como
si le dictaran lo que escribía pues sus dedos eran más veloces que su
pensamiento interno, escribía y dejaba las palabras cortadas como para no
perder la idea. Nunca pude explicarme su constancia y disciplina”.
La responsabilidad
de este escritor, la sistematicidad de su entrega a la literatura cuando
diariamente escribía por oficio, la excelente ortografía y su jocosidad fueron
algunos de los espejos que hoy se reflejaron en el conversatorio acerca de la
vida y obra de este inigualable escritor que marcó la narrativa cubana y que
dejó obras como El mendigo bajo el ciprés, Las alcobas profundas, Confabulación
de la araña.
Este “esclavo de la
literatura” como bien se definió a sí mismo el autor Salsa Paradise, El amo de
las tumbas y Se permuta esta casa, encontró en la biblioteca provincia José
Martí, uno de los lugares gestores para sus obras, y a quienes trabajaban en
esa institución rindió homenaje en su novela Ella es tan sucia como sus ojos.
La originalidad del
autor de Matarile, se ratifica en el don de entregar historias vivas, propias del
imaginario popular con personajes ilustradores de submundos límites, tramas rasgantes
de una sociedad que catalizaba con total originalidad en su existencia misma.
Quienes tuvieron la
suerte de tenerlo cerca, de trabajar junto a él como María Liliana Celorrio –quien
escribiera a dos manos junto a Vidal Las hijas de Sade--, encontró palabras tan
sencillas para describirlo como sensible, feliz, emprendedor, preocupado por su
familia y por sobre todo amante de su ciudad, esa que aunque vistiera oscuros
vestuarios sería siempre su eterna ciudad.
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