Tía Sofía, eternamente entre los cuentos de Amanda

Un atractivo y elegante sombrero desanda por las calles de esta urbe. Blanco, negro, rojo, rosa no hay color que no conforme la enumerable colección que también posee como grandes tesoros de su vida, así tan amante es ella Lesbia de la Fe Dotres, o como la conocen «Tía Sofía», en el imaginario mundo de los más pequeños como mi niña Amanda, quien a viva voz llama siempre a la tía de los títeres, que hoy desanda orgullosa las calles de la ciudad de Las Tunas. Dueña de la gratitud y el reconocimiento social de niños y sus familias que la saludan en su andar por las mañanas, Lesbia entrega su alma a la narración oral, llega temprano a los Círculos Infantiles o centros escolares para mantener viva la esencias de la cuentería popular.

Desde quinto año de vida Amanda esperaba que llegará la tía de los títeres cada día, pues la Tía Sofía utilizaba el retablo pequeño pintado por la auxiliar pedagógica Damaris para que los niños mantuvieran el sueño de viajar en el tiempo para conocer sobre animales, buenos modales, el amor a la familia y a las mascotas, todas enseñanzas que al llegar la tarde repetían una y otra vez en la casa.

Esta mujer que transpira cultura entrega su corazón en textos literarios para los niños, que son para los que más escribe. «Donde quiera que voy realizo la promoción del libro, me esfuerzo por sensibilizar a las personas con la lectura, ese es mi compromiso con la literatura», revela la autora del primer texto que marcó la literatura infantil de Las Tunas, Abracadabra y el abuelo.

En su infancia disfrutó de las historias de libros clásicos infantiles comprados por su mamá u obsequiados por sus maestros, «me gustaba mucho Gulliver en la isla de los liliputienses, Corazón, Pippas Mediaslargas y El Principito, mi mamá me enseñó el inmenso mundo del libro, y mis profesores de la primaria me estimularon mucho la lectura, eso es formidable y es necesario para los niños se acerquen al libro, que enriquezcan sanamente su vida.

«Lo primero que escribí fue un diario de un perrito que tuve en esa primera infancia, en mis cuentos está la presencia de ese animalito. Después cuando empecé a trabajar en 1973, aquí en Las Tunas, me parecía que yo también debía escribir y empecé así a dejar mi huella en la poesía infantil.

«Los niños, son lo más lindo  que me ha pasado, el reconocimiento de los niños en los proyectos que tengo  como Abracadabra, que realizo en los Círculos Infantiles, es el mayor orgullo que tengo hoy, que mueve mi mundo».

Hoy la vida le entrega un reconocimiento social, ese que se siente en la profundidad cuando en la calle, niños de esta urbe como Amanda, Alejandra o Eliza la abordan para regalarle un beso a la Tía Sofía, simplemente Lesbia de la Fe Dotres  a quien «la literatura me ha aportado, me ha desarrollado profesionalmente, me ha dado amigos, me ha enriquecido espiritualmente y me mantendrá viva en el recuerdo de los niños ».