Yunior Fernández Guerra. (Foto:Angeluis) |
«He estado soñando con esto desde que empecé a escribir
décimas, aún no me siento a la altura de quienes me precedieron en estos
premios, pero me complace que voy por el camino que ellos recorrieron ya»,
refería en sus palabras de agradecimiento que dedicó además a su editor Argel
Fernández, el joven tunero Yunior Fernández Guerra, Premio Iberoamericano
Cucalambé en décima escrita 2015 con su obra Extraños ritos del alma, antología
de voces en la niebla. La noticia destelló ante su mirada, perplejo, mientras lo
incitaban a acercarse y aferrarse tan fuerte a uno de los importantes lauros en
Cuba. Extraños ritos del alma, antología de voces en la niebla, es un cuaderno
de décimas motivado por una inquietud personal.
«En una ocasión un grupo de
amigos nos preguntábamos porqué muchos de los escritores y artistas que
admirábamos y seguíamos tenían como curiosidad que se habían suicidado, esto me
hizo pensar en la idea de la muerte, en lo que puede convocar a una persona a
cometer el suicidio, que puede impulsar a una persona a quitarse la vida, a decidir
no existir más.
«Luego de un proceso amplio de investigación me leí su obra y su biografía y tras dilucidar las razones que les llevaron al suicidio, me inspiré en el cuaderno, en un homenaje a esos escritores y artistas. Su estructura es específica cada poema está dedicado a un artista y lleva una cita suya», señala.
La propuesta literaria resulta bastante oscura en opinión de
su autor quien incluyó en su obra décimas dedicadas a poetas del mundo como
Emilio Salgari, Horacio Quiroga, Alfonsina Storni y los cubanos Reinaldo arena,
Raúl Hernández Novás y Ángel Escobar Valera.
Tras el diálogo constante, está la vivencia de
experimentados y jóvenes escritores que como Yunior, premio del concurso Toda
luz y toda mía 2014 y director del proyecto de promoción literaria y
publicaciones alternativas Encaminarte, mantienen la tradición de la décima,
que preserva hasta nuestros días.
Esa necesidad nata de escribir es una característica que si
bien madura con la experiencia, estaba ya presente en sus primeros años de
adolescencia. «Empecé a escribir décimas por casualidad, cuando tenía 15 años
me prestaron el libro Rehén del polvo, de Ronel González y me encantó, a partir de ahí empecé a escribirla, me gustó
la forma, la estructura de la rima. No sabía por esa época que era décima. Así
empecé con mis primeros intentos hasta que llegué a los talleres literarios».
Después de 15 años Yunior cautiva a quienes leen su obra
que trasciende la poesía y le permite
desandar por los versos y la narrativa, y muy en especial el cuento, que tanto
le agrada aunque confiesa que «escribo más narrativa que poesía, hay algunos
temas que me llevan a escribir en prosa y otros en versos, incluso he intentado
hacer las dos cosas pero al final me decido con el que más me convence, porque
me gusta escribir un poco de todo».
Egresado de los talleres del Centro de Formación Literaria
Onelio Jorge Cardoso en el 2013, desde esa fecha ya ha obtenido algunos premios
en narrativa este joven que admira la estrofa nacional. La décima es una de las
formas más simple de escribir la poesía, el verso rimado tiene una magia, una
musicalidad maravillosa, a mi molesta cuando en ciertos concursos se convoca en
poesía y décima, como si esa forma métrica no formara parte de la expresión
poética.
«En Cuba hay una fuerte representación de la décima entre
los escritores jóvenes, ahí está el premio Toda luz y Toda mía, y en Las Tunas
hay excelentes exponentes, me parece que el verso octosilábico está marcando
nuevas etapas evolutivas en cuanto a la temática e inquietudes, esta generación
le está aportando nuevas formas de pensar a la décima, hace algunos años empezó
la desestructuración de la décima y la meta-décima como le diría Ronel pero
creo que hoy está llegando a otro punto que es muy importante en la literatura
cubana.
Sobre el Premio
«Por el nivel de diálogo alcanzado con poéticas ya referenciales en la espinela de la Isla, siempre desde una perspectiva singular, por la concepción del libro como un todo, las motivaciones y hasta la atmósfera que se recrea, y por una reescritura que desde la post-modernidad enaltece el concepto y cuestiona los limites formales para ofrecer infinitos niveles de lectura». Así dictaminó el jurado integrado en esta ocasión por Carlos Zamora, José Manuel Espino y Pedro Péglez a la obra del joven tunero Yunior Fernández Guerra.
«Por el nivel de diálogo alcanzado con poéticas ya referenciales en la espinela de la Isla, siempre desde una perspectiva singular, por la concepción del libro como un todo, las motivaciones y hasta la atmósfera que se recrea, y por una reescritura que desde la post-modernidad enaltece el concepto y cuestiona los limites formales para ofrecer infinitos niveles de lectura». Así dictaminó el jurado integrado en esta ocasión por Carlos Zamora, José Manuel Espino y Pedro Péglez a la obra del joven tunero Yunior Fernández Guerra.
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