viernes, 3 de julio de 2015

Yunior Fernández Guerra entre la rima de sus versos


Yunior Fernández Guerra. (Foto:Angeluis)

«He estado soñando con esto desde que empecé a escribir décimas, aún no me siento a la altura de quienes me precedieron en estos premios, pero me complace que voy por el camino que ellos recorrieron ya», refería en sus palabras de agradecimiento que dedicó además a su editor Argel Fernández, el joven tunero Yunior Fernández Guerra, Premio Iberoamericano Cucalambé en décima escrita 2015 con su obra Extraños ritos del alma, antología de voces en la niebla. La noticia destelló ante su mirada, perplejo, mientras lo incitaban a acercarse y aferrarse tan fuerte a uno de los importantes lauros en Cuba. Extraños ritos del alma, antología de voces en la niebla, es un cuaderno de décimas motivado por una inquietud personal.

«En una ocasión un grupo de amigos nos preguntábamos porqué muchos de los escritores y artistas que admirábamos y seguíamos tenían como curiosidad que se habían suicidado, esto me hizo pensar en la idea de la muerte, en lo que puede convocar a una persona a cometer el suicidio, que puede impulsar a una persona a quitarse la vida, a decidir no existir más.

«Luego de un proceso amplio de investigación me leí su obra y su biografía y tras dilucidar las razones que les llevaron al suicidio, me inspiré en el cuaderno, en un homenaje a esos escritores y artistas. Su estructura es específica cada poema está dedicado a un artista y lleva una cita suya», señala.
La propuesta literaria resulta bastante oscura en opinión de su autor quien incluyó en su obra décimas dedicadas a poetas del mundo como Emilio Salgari, Horacio Quiroga, Alfonsina Storni y los cubanos Reinaldo arena, Raúl Hernández Novás y Ángel Escobar Valera.
Tras el diálogo constante, está la vivencia de experimentados y jóvenes escritores que como Yunior, premio del concurso Toda luz y toda mía 2014 y director del proyecto de promoción literaria y publicaciones alternativas Encaminarte, mantienen la tradición de la décima, que preserva hasta nuestros días.
Esa necesidad nata de escribir es una característica que si bien madura con la experiencia, estaba ya presente en sus primeros años de adolescencia. «Empecé a escribir décimas por casualidad, cuando tenía 15 años me prestaron el libro Rehén del polvo, de Ronel González y me encantó,  a partir de ahí empecé a escribirla, me gustó la forma, la estructura de la rima. No sabía por esa época que era décima. Así empecé con mis primeros intentos hasta que llegué a los talleres literarios».
Después de 15 años Yunior cautiva a quienes leen su obra que  trasciende la poesía y le permite desandar por los versos y la narrativa, y muy en especial el cuento, que tanto le agrada aunque confiesa que «escribo más narrativa que poesía, hay algunos temas que me llevan a escribir en prosa y otros en versos, incluso he intentado hacer las dos cosas pero al final me decido con el que más me convence, porque me gusta escribir un poco de todo».
Egresado de los talleres del Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso en el 2013, desde esa fecha ya ha obtenido algunos premios en narrativa este joven que admira la estrofa nacional. La décima es una de las formas más simple de escribir la poesía, el verso rimado tiene una magia, una musicalidad maravillosa, a mi molesta cuando en ciertos concursos se convoca en poesía y décima, como si esa forma métrica no formara parte de la expresión poética.
«En Cuba hay una fuerte representación de la décima entre los escritores jóvenes, ahí está el premio Toda luz y Toda mía, y en Las Tunas hay excelentes exponentes, me parece que el verso octosilábico está marcando nuevas etapas evolutivas en cuanto a la temática e inquietudes, esta generación le está aportando nuevas formas de pensar a la décima, hace algunos años empezó la desestructuración de la décima y la meta-décima como le diría Ronel pero creo que hoy está llegando a otro punto que es muy importante en la literatura cubana.
Sobre el Premio
«Por el nivel de diálogo alcanzado con poéticas ya referenciales en la espinela de la Isla, siempre desde una perspectiva singular, por la concepción del libro como un todo, las motivaciones y hasta la atmósfera que se recrea, y por una reescritura que desde la post-modernidad enaltece el concepto y cuestiona los limites formales para ofrecer infinitos niveles de lectura». Así dictaminó el jurado integrado en esta ocasión por Carlos Zamora,  José Manuel Espino y Pedro Péglez a la obra del joven tunero Yunior Fernández Guerra.

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