Una
perfecta simbiosis del astro rey y la figura de José Martí, se sintetizan en la Plaza Martiana ,
monumental obra de orgullo para los cubanos, en la que confluye un profundo
estudio astronómico, arquitectónico e histórico.
Enclavado
en el centro de la ciudad de Las Tunas, a unos 670 kilómetros de La Habana , este exclusivo y
simbólico sitio, único de su tipo en el mundo, fue concebido por el eminente
arquitecto Domingo Alás Rosell.
La
conceptual plaza se distingue por tres componentes esenciales: un reflector
solar convertivo, un calendario y un reloj solar de 7,20 metros de
diámetro, que orientado en la dirección norte-sur geográfica, paralelo al eje
de rotación de la tierra, define la hora con precisión cada cinco minutos
exactamente.
Asociado al
movimiento de la sombra funciona el calendario solar, que dibujado en el piso
describe en la superficie del suelo una serie de líneas coincidentes en las que
se destacan fechas históricas y astronómicas como el natalicio y la muerte del
Apóstol, y los solsticios de verano e invierno y los equinoccios de primavera y
otoño.
El reflector es un espejo plano situado en la cabeza de un
pedestal, que proyecta la luz del sol en el rostro de José Martí esculpido en
bronce por Rita Longa, prestigiosa escultora cubana fallecida hace cinco años.
Este
componente está situado astronómicamente según las coordenadas solares (acimut
y altura solar) para que cada 19 de mayo a las 2:30 de la tarde, hora de la
muerte del Apóstol, se refleje la luz solar sobre su mascarilla.
De
paso obligado para transeúntes y visitantes resulta este trascendental lugar
que relaciona hechos inobjetables que vinculan la historia, la cultura y la
identidad de Las Tunas, al evocar la prestigiosa figura de José Martí
Pérez.
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