(Foto:MiguelDN) |
Integrada
en su mayoría de descendientes directos e inmigrantes de la nación caribeña
francófona y llegados a Cuba a principios del siglo VEINTE, sobresale en el
patrimonio cultural de Las Tunas, Onilé, una compañía profesional que cultiva y
fomenta los bailes tradicionales y del campesinado. Su creación
se debe Lidia Josefina Taylor Jonson, quien en 1995 como metodóloga de
la Casa de la Cultura Tomasa Varona, recibió la propuesta de crear un grupo folclórico,
que recogiera el acervo cultural del territorio en esas dos expresiones: la
danza y la música.
Su nombre Onilé hace alusión en la cultura yoruba,al dueño o espíritu de la tierra y es la única que mantiene la línea estética de la cultura franco-haitiana en la provincia, una herencia cultural cubana que tiene como símbolo patrimonial en América Latina y el Caribe a la nación de Haití, y hoy permite a los cubanos ser defensores de esa cultura.
Dueña de un
prestigio en la Isla, por el rescate de las tradiciones culturales esta
institución cuenta con una sede permanente: el Cabildo San Pedro de Lucumí, un
lugar especial en el que cobran vida las deidades del panteón Yoruba.
Josefina Taylor resulta una de las almas impulsoras de la tradicones francohaitianas desde Las Tunas. (Foto:Migueldn) |
Su fundadora y directora Josefina Taylor, una mujer dueña de un canto, de un estilo que identifica y hace único a este grupo cultural precisa «tenemos un sello único, lo franco-haitiano, esa es nuestra línea estética, somos diferentes a otras compañías, Onilé se distingue por los aportes y la variedad de matices en los bailes que muestran nuestro verdadero mestizaje social, en defensa de un único legado, la identidad cultural cubana».
«La agrupación no vino de academia, se fue integrando poco poco con grupos de bailarines y músicos empíricos, talentos descubiertos en las comunidades, y que hoy tienen evaluaciones de primer, segundo y tercer niveles, como muestra de los resultados de la compañía, una verdadera escuela», aseveró.
Tumbadoras,
cuerdas e instrumentos de viento, refuerzan la presencia campesina en sus
cantos y bailes, en el cual músicos y bailarines dan vida a la experiencia
profesional de Onilé.
Entre sus
obras se incluye un amplio repertorio que incluye piezas como Los Brujos, Las
Raíces, la Noche Cubana, Lamento Esclavo, El poder del mar y de la tierra y el
bien conocido A palo limpio, entre otras coreografías impresionante en las que
se destacan mitos y costumbres de los negros esclavos, como el alza de una mesa
por un bailarín con los dientes.
Su huella
imperecedera ha estado presente en confrontaciones internacionales de su tipo
realizadas en Cuba, como los Festivales de Cultura Africana de Trinidad, y los
Festivales del Caribe en Santiago de Cuba, para mostrarse dueña de la cubanía.
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