Su nombre viene con una métrica relación con El Diablo Cojuelo, artículo
que escribió José Martí en 1869, en el que con 15 años el joven expresó su madurez
intelectual y política, sus ideas y concepciones. Esa es la impronta que trajo
como iniciativa para el nuevo nombre que asume mi entrevistado bajo la carga filosófica
de pensar en que la vida va a pasar, que lo más importante es abrazar el ahora
y ser útil en tu momento.
Así son sus reflexiones profundas, coherentes, amenas. Su acervo cultural es tan amplio y diverso cual suerte de contar ante ti con un terabyte de conocimiento epilogado relacionado con la trova, el periodismo, la cancionística cubana, y los movimientos culturales latinoamericanos.
Una memoria realmente prodiga
para recordar una anécdota sobre los primeros años del movimiento de la Nueva
Trova, hasta la letra tarareada de una composición musical que marcó su huella en
una época.
Sobre la trova dialogó con algunos caricaturistas de Las Tunas, a quienes
entregó un verbo cargado de impulso, de deseos emprendedores, de alternativas
ante las voces que muchas veces se quedan en el conformismo sin buscar su
esencia misma, con temor de su calidad profesional, de fenecer ante la crítica
constructiva, en fin los llenó de ideas para que la cultura no muera, para que
desde el interior del artista salga la expresión popular de la realidad, esa
que el caricaturista o el dibujante entrega con total facilidad.
Al referirse a sus proyectos futuros abundó en un proyecto latente en
el, que guardan relación con Sindo, Corona, Santiaguito Feliú, entre otros. Una
próxima entrega por salir bajo el nombre de Los Amores del Diablo Ilustrado, un
volumen que incluye doce historias de amor sobre personajes de la cultura cubana,
latinoamericana y universal, e igual número de composiciones que prevé
interpreten cantautores cubanos e hispanoamericanos.
“Un trovador en busca del amor, que es, a fin de cuentas, lo que ha
sido mi vida”, así comentó en una entrevista en una ocasión para definirse a sí
mismo, fiel creador literario, trovador y periodista, quien guitarra en mano
deja su esencia misma en el Patio Pepe, un espacio de la Plaza Martiana de Las
Tunas, un lugar que renace con cada creación.
El Diablo Ilustrado vuelve su
voz hacia la Trova, un movimiento que llegó en
la segunda mitad de la década de 1960, para
compartir con experimentados creadores (Gerardo Alfonso) y otros jóvenes
representantes (Audi Vargas, Carlos Dragoní, Daniel Velázquez) que traen de
vuelta la Novísima Trova con el influjo de nuevas alternativas de fusión permeados
de elementos del Jazz, la Zamba, Bossa-nova y el Pop, y emanar la más autentica
cultura de los pueblos, en uno solo Cuba.
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